Cada vez más, los países de todo el mundo, en todos los niveles de desarrollo, están dando prioridad al aprendizaje en el trabajo, dentro de su agenda política, reconociendo su potencial para reducir el desajuste de las competencias, satisfacer la demanda de competencias de un mercado laboral que cambia rápidamente, proporcionar una formación profesional rentable, promover el desarrollo del sector privado y facilitar la transición al mundo del trabajo.
Además, la cuestión de cómo se utilizan las competencias en el lugar de trabajo y cómo las empresas se comprometen con el ecosistema local de competencias está recibiendo una mayor atención. Se reconoce cada vez más que los trabajadores que utilizan mejor sus competencias tienen más probabilidades de tener una mayor satisfacción laboral, ganar mejores salarios y estar más preparados para adaptarse a los cambios laborales que se puedan presentar, mientras que los empleadores se benefician de una mano de obra más productiva e innovadora, lo que les permite maximizar el rendimiento y la rentabilidad de la empresa.