En el centro de cualquier sistema de competencias se encuentran los gestores y el personal de las instituciones de formación, quienes se enfrentan a retos considerables para impartir programas de calidad en una época de restricciones fiscales. A medida que aumentan las expectativas puestas en las instituciones, se espera cada vez más que los gestores y formadores ofrezcan programas flexibles, receptivos y de actualidad, basados en asociaciones sólidas con los empleadores locales que proporcionen buenos resultados a nivel de empleo. Por ello, es necesario que los mandantes refuercen la capacidad de su personal institucional para satisfacer las expectativas que les imponen los sistemas impulsados por la demanda.
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