Las mujeres representan la mitad de la población mundial –y también la mitad del potencial económico mundial. Su participación en el mercado laboral reduce la pobreza, porque a menudo invierten el 90 por ciento de sus ingresos en el bienestar, la educación y la nutrición de sus familias. Sin embargo, la tasa de actividad de las mujeres se ha paralizado en alrededor del 55 por ciento a nivel mundial desde 2010.Por otra parte, las mujeres están desproporcionadamente representadas en el trabajo precario - empleos mal remunerados, poco cualificados e inseguros.
La formación desempeña un papel importante en la búsqueda de la igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo. Sin embargo, las mujeres a menudo carecen de acceso a la educación y la formación técnica y profesional. Muchas de ellas también carecen de competencias básicas, tales como la alfabetización y habilidades aritméticas, lo cual les ayudaría a participar de manera más significativa en la fuerza de trabajo. La superación de este reto requiere la adopción de un enfoque de ciclo de vida. Esto incluye la mejora del acceso a la educación básica para todas las niñas; la superación de las barreras logísticas, económicas y culturales para el aprendizaje y para la formación secundaria y profesional de las mujeres jóvenes; y la satisfacción de las necesidades de formación de las mujeres que deseen su reinserción en el mercado laboral y de las mujeres mayores que no han tenido el mismo acceso a oportunidades de aprendizaje permanente.